Comencemos aclarando que una estrategia digital poderosa no sale en una tarde de trabajo o en una reunión anual campestre con el equipo, para conseguirla se necesita mucha reflexión, estudio y experimentación que nos ayude a entender todo lo que afecta un negocio. Los estrategas requieren tiempo y un gran esfuerzo a lo largo de cada una de las etapa del proceso de construcción y ejecución para alcanzar los resultados óptimos, porque una estrategia fuerte necesita un buena cuota de crítica, discusión fracaso y análisis.
Esta actitud permite evolucionar, evita el apegarse a deseos o sentimientos y aísla de las percepciones individuales, posibilitando la evaluación del negocio desde diferentes ópticas, la revisión de los competidores con neutralidad, el entendimiento del mercado desde su esencia y la evolución de las ideas y acciones.
Con este preámbulo claro, asimilado y aplicado en la construcción y el desarrollo de la estrategia, los invito a que revisemos los principales puntos que se deben fomentar en las compañías para mejorar considerablemente una estrategia digital después de que esta sea formulada y esté en proceso de ejecución:
Análisis. Adquiera una disciplina constante que lo incite a revisar los aciertos y fracasos de la estrategia digital, pero no con una actitud de juicio sino de aprendizaje. Examine de forma detallada las acciones y sus resultados, documente lo valioso y extraiga enseñanzas y conclusiones de cada cosa para poder corregir.
Serenidad. Cuando se construye o se ejecuta una estrategia digital es preponderante no obsesionarse con nada. El equilibrio mitigará los riesgos y balanceará los logros. Los líderes necesitan conservar la calma para una correcta selección y evaluación de cada táctica y acción en la búsqueda del resultado óptimo y equitativo con lo invertido.
Cercanía. Mientras más se acerque a la audiencia y se trate de entender sus necesidades, motivaciones y expectativas, mejores resultados se conseguirán. Luchar por la cercanía y retroalimentar la estrategia digital con su ayuda, acelerará la obtención de los objetivos propuestos y asegurará su reiterada consecución en el futuro.
Entendimiento. Pensar siempre como un usuario otorgará la comprensión necesaria para corregir lo malo y pulir lo bueno. Librarse de la enceguecedora óptica corporativa y ponerse en los zapatos de la audiencia ayudará a entender y valorar mejor lo que se logra.
Concentración. Centrarse en los objetivos evita desviarse del camino y ayuda a que las abundantes oportunidades que ofrecen los entornos digitales no lo confundan. La exposición a un acelerado mundo de innovación y a un frenético ritmo de avances tecnológicos puede desviar la atención de quienes no tienen un foco claro.
Reflexión. Preguntarse con frecuencia lo qué sobra y lo que falta y evaluar con rigurosidad las acciones diseñadas por la estrategia en el plan táctico digital posibilita mantener vivo el espíritu de mejoramiento continuo y la incesante lucha por optimizar la ejecución y, por ende, los resultados.
Preocupación. Los líderes deben sentirse cómodos con la intranquilidad producida por la permanente preocupación por mejorar la experiencia de usuario y reducir el incesante deseo de agregar herramientas o plataformas a la estrategia digital como respuesta a la angustia descrita.
Cuestionamiento. Nunca dejar de debatir sobre los resultados obtenidos por cada una de las acciones ejecutadas.
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